Rogelio Reyna, un gallero de Galápagos
Fotos y texto: Ana Mireya Guerrero G.*
Rogelio Reyna oriundo de Guayaquil, tiene gran afición por las peleas de gallos, cuenta que cuando arribó a Galápagos, hace aproximadamente 25 años, ya habían competencias en Santa Cruz; los galleros reconocidos de aquella época eran miembros de las familias Valle, Espín y Escobar entre otras, actualmente algunos descendientes de dichas familias continúan con la afición por los gallos.
Las peleas se realizaban en diversos espacios cedidos por los propios galleros, y a veces a la intemperie, en la calle. Estuvieron de sitio en sitio pues no contaban con un local adecuado, hasta que Rogelio Reyna construyó junto a su vivienda ubicada en el barrio Pampas Coloradas, una pequeña gallera con gradas de piedra, “allí nos acomodábamos hasta 100 personas, bien apretaditas”, comenta. Esta gallera denominada Los Giros, funcionó por 6 años. Actualmente se juega a los gallos en la Gallera Santa Cruz, la cual se edificó a pocas cuadras de la antigua gallera, en un terreno concedido por el Gobierno Municipal de la Isla, en un área un tanto aislada del centro poblado.
Todos los sábados en la noche la Gallera Santa Cruz se alista para recibir a familias, hombres y mujeres aficionados a los gallos, poco a poco se va llenando el graderío; mientras, a un lado los animales que van a competir son pesados y cotejados, además se les coloca las espuelas de hueso de pescado, las mismas que se adquieren en la parte continental a un costo de por lo menos ochenta dólares el par. Una vez que están bien colocadas las espuelas, soplan alcohol a los animales para que tengan mayor agilidad en el ruedo. Empiezan las apuestas, la base es de ochenta dólares, se puede apostar individual o grupalmente. El gallo pierde cuando se produce la “caída del pico” al suelo, por dos ocasiones.
Cada 3 meses hay un concurso en donde se junta dinero de las inscripciones, en estos concursos el gallo que gana la pelea es el que imposibilita de pelear al contendiente dentro de 30 segundos; hay veces que las peleas quedan en tablas o sea empates y el dinero se acumula. Don Reyna indica que en una ocasión se acumularon 1500 dólares y cuando se hizo la final hubo 22 peleas, desde las 4 de la tarde hasta las 6 de la mañana del día siguiente.
Mantener un gallo de pelea es bastante costoso, hay que desparasitarlos, darles vitaminas del Complejo B o Neurobión, hay que proporcionarles una dieta adecuada, por ejemplo Rogelio Reyna alimenta a sus gallos un día con maíz, otro día con carne molida y maíz machucado o remojado con leche; en las tardes les da tomate y papaya picados, para que les ayude a digerir el maíz. El entrenamiento es algo importante, ejercitan a los gallos para que saquen músculo y así puedan resistir en el ruedo. Un gallo de pelea por lo menos tiene un valor de 100 dólares y después de una pelea, puede ascender a U$150 o más.
Al preguntarle a Don Reyna si se ha encariñado con algún gallo, señaló que no, pues una vez un gallero le comentó “nunca te cases con los gallos”, haciendo referencia a que es mejor considerar a todos los gallos por igual, para que, en caso de que se produzca la perdida de la pelea o la muerte del ave, la decepción y pena no sean muy grandes.
Para Rogelio Reyna la pela de gallos es un deporte, y jamás deja de asistir a la Gallera, ya que a más de ser el Juez, tiene advertida a su familia que para cualquier evento cuenten con él de lunes a viernes y el domingo, puesto que el sábado está dedicado solo para los gallos.
La Asociación de Galleros de Santa Cruz está constituida por 25 socios, pero son cerca de 50 los galleros que poseen criaderos de aves. Reyna indicó que ellos respetan la disposición de no ingresar a la Isla gallos de pelea provenientes del continente, pues estos podrían traer enfermedades y sería muy lamentable que de repente sus aves sanas sean contagiadas de alguna dolencia, “¡ahí sí, se nos terminaría nuestra afición!”, agregó.
Las peleas se realizaban en diversos espacios cedidos por los propios galleros, y a veces a la intemperie, en la calle. Estuvieron de sitio en sitio pues no contaban con un local adecuado, hasta que Rogelio Reyna construyó junto a su vivienda ubicada en el barrio Pampas Coloradas, una pequeña gallera con gradas de piedra, “allí nos acomodábamos hasta 100 personas, bien apretaditas”, comenta. Esta gallera denominada Los Giros, funcionó por 6 años. Actualmente se juega a los gallos en la Gallera Santa Cruz, la cual se edificó a pocas cuadras de la antigua gallera, en un terreno concedido por el Gobierno Municipal de la Isla, en un área un tanto aislada del centro poblado.
Todos los sábados en la noche la Gallera Santa Cruz se alista para recibir a familias, hombres y mujeres aficionados a los gallos, poco a poco se va llenando el graderío; mientras, a un lado los animales que van a competir son pesados y cotejados, además se les coloca las espuelas de hueso de pescado, las mismas que se adquieren en la parte continental a un costo de por lo menos ochenta dólares el par. Una vez que están bien colocadas las espuelas, soplan alcohol a los animales para que tengan mayor agilidad en el ruedo. Empiezan las apuestas, la base es de ochenta dólares, se puede apostar individual o grupalmente. El gallo pierde cuando se produce la “caída del pico” al suelo, por dos ocasiones.
Cada 3 meses hay un concurso en donde se junta dinero de las inscripciones, en estos concursos el gallo que gana la pelea es el que imposibilita de pelear al contendiente dentro de 30 segundos; hay veces que las peleas quedan en tablas o sea empates y el dinero se acumula. Don Reyna indica que en una ocasión se acumularon 1500 dólares y cuando se hizo la final hubo 22 peleas, desde las 4 de la tarde hasta las 6 de la mañana del día siguiente.
Mantener un gallo de pelea es bastante costoso, hay que desparasitarlos, darles vitaminas del Complejo B o Neurobión, hay que proporcionarles una dieta adecuada, por ejemplo Rogelio Reyna alimenta a sus gallos un día con maíz, otro día con carne molida y maíz machucado o remojado con leche; en las tardes les da tomate y papaya picados, para que les ayude a digerir el maíz. El entrenamiento es algo importante, ejercitan a los gallos para que saquen músculo y así puedan resistir en el ruedo. Un gallo de pelea por lo menos tiene un valor de 100 dólares y después de una pelea, puede ascender a U$150 o más.
Al preguntarle a Don Reyna si se ha encariñado con algún gallo, señaló que no, pues una vez un gallero le comentó “nunca te cases con los gallos”, haciendo referencia a que es mejor considerar a todos los gallos por igual, para que, en caso de que se produzca la perdida de la pelea o la muerte del ave, la decepción y pena no sean muy grandes.
Para Rogelio Reyna la pela de gallos es un deporte, y jamás deja de asistir a la Gallera, ya que a más de ser el Juez, tiene advertida a su familia que para cualquier evento cuenten con él de lunes a viernes y el domingo, puesto que el sábado está dedicado solo para los gallos.
La Asociación de Galleros de Santa Cruz está constituida por 25 socios, pero son cerca de 50 los galleros que poseen criaderos de aves. Reyna indicó que ellos respetan la disposición de no ingresar a la Isla gallos de pelea provenientes del continente, pues estos podrían traer enfermedades y sería muy lamentable que de repente sus aves sanas sean contagiadas de alguna dolencia, “¡ahí sí, se nos terminaría nuestra afición!”, agregó.
*Investigación auspiciada por el Ministerio de Cultura del Ecuador.
Publicado en el Periódico Quincenal El Colono (Pto. Ayora – Galápagos), en la Segunda edición de julio del 2008. Pág. 10.
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